Marzo de 2012.
Las referencias históricas de este artículo, fueron extraídas del documento denominado La calle Arce, recopilación histórica de la alcaldía municipal de San Salvador.
Wilber Góchez
La Palabra Universitaria
Fotografías: cortesía de la unidad de revitalización del centro histórico
La calle Arce era un ejemplo de desarrollo urbanístico, cultural y arquitectónico para una ciudad que se extendía y quería ser moderna y pujante a finales del siglo XIX, es decir que, durante la primera etapa republicana, San Salvador dejaba de ser la típica ciudad colonial con algunas variantes y aspiraba con todo derecho a convertirse en una gran urbe.
Según algunos datos históricos, en 1880 la que entonces era conocida como la calle del hospital Rosales, experimentó una importante ampliación que permitiría la edificación del nuevo sanatorio público al final de la mencionada arteria, además se logró conexión vial con el resto de la ciudad, que en esa época su espacio limítrofe era en lo que hoy conocemos como el parque Bolívar.
Algunos historiadores cuentan que la séptima calle poniente, posteriormente llamada Manuel José Arce, iniciaba en la plaza Morazán y finalizaba en el mencionado parque Bolívar; luego el espacio de la arteria se prolongó para que llegara justamente hasta el entonces imperioso hospital Rosales.
Inicia construcción
La primera piedra del histórico nosocomio fue colocada en el año 1891, finalizándolo e inaugurándolo en 1902; los planos arquitectónicos de tan majestuosa obra fueron elaborados por francés Albert Touflet, quien decidió utilizar materiales de hierro y lámina troquelada (moldeada), los cuales fueron traídos de Europa a un elevado costo.
Inicialmente el hospital Rosales estuvo un poco solitario, pero a partir de 1905 se iniciaron grandes construcciones habitacionales, diplomáticas, de oficinas y jardines; el inolvidable tranvía llegaba hasta el nosocomio y regresaba a un costado de lo que hoy es el edificio de la escuela de medicina, el cual se inauguró en 1913; a la zona se le denominó como La rotonda.
“El Salvador siempre ha sido un país en el que el principal sostén de la economía es la agricultura, en este sentido el surgimiento de la calle Arce y sus diferentes edificaciones irrepetibles, se vieron contextualizadas en la época de mayor producción cafetalera, lo cual fue un factor determinante e importante para la adquisición de los mejores materiales de construcción”, explica a La Palabra Universitaria el historiador Israel Noyola.
Según Noyola, los últimos años de la década de 1890 marcaron el rumbo histórico, no solo de desarrollo de la calle Arce, sino de toda la capital, ya que en esos momentos de la historia el sector de la mencionada arteria convertía a San Salvador en una metrópoli. “La capital se afrancesaba en diseño urbanístico, arquitectónico y en muchas áreas de la vida cotidiana”, destaca el historiador.
Zona exclusiva
Los años transcurrían y el desarrollo urbanístico y poblacional de este sector de la capital también lo hacia a pasos agigantados, volviéndose cada vez más de exclusividad para las clases sociales dominantes de la época. “Las históricas e inigualables edificaciones cobraban vida, las familias pudientes se establecían en la zona con más exclusividad de la época”, explica el historiador de la alcaldía de San Salvador, Héctor Ismael Sermeño.
En un primer momento la arteria fue diseñada como un boulevard parisino, es decir con amplias aceras y un jardín al centro, lo cual daba muestra de su peculiaridad, según Sermeño.
Sin lugar a dudas la calle Arce es un claro ejemplo de urbanismo de alto nivel, del cual aún se conservan diversas muestras arquitectónicas que datan de la segunda década del siglo XX. Muestra de ello es la edificación que en su momento fue residencia del ex presidente de la república Jorge Meléndez, casa que fue construida con enmallado francés y cemento armado, entre los años de 1915 y 1920.
Del mismo modo, también sigue en pie la que en su momento fue casa de residencia y consultorio del reconocido doctor Goens; edificación de dos niveles, construida en lámina y madera.
“Existen muchas más edificaciones con gran significado para este sector de la capital, tal es el caso de la Villa Fermina, hoy ocupado por la Universidad Tecnológica de El Salvador, pero que en su momento fue residencia de un importante cafetalero italiano”, enfatiza Sermeño.
Existen otras edificaciones que tienen gran valor histórico y cultural para diferentes sectores de la sociedad, como la majestuosa basílica del Sagrado Corazón de Jesús, que fue la primera edificación religiosa de la época, construida en los años de 1920 en adelante. Junto a este surgimiento arquitectónico, nace una de las grandes tradiciones y costumbre de la calle Arce, la procesión de la tradicional bajada el cinco de agosto, en el marco de los festejos patronales de la capital salvadoreña.
El Bloom
“La temática histórica es muy extensa, pero en esta ocasión no se puede obviar una que surgió gracias al espíritu de solidaridad del filántropo Benjamín Bloom, entonces propietario del banco de Occidente, que decidió aportar parte de su fortuna para ayudar y proteger a los niños del país, fue así que en 1928 se construye e inaugura el primer hospital con servicios exclusivos para infantes, edificio que en la actualidad es ocupado por el Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), brindando exclusivamente servicios de maternidad”, dice el historiador de la comuna capitalina.
Según Israel Noyola, los constantes procesos y cambios sociales, aunados al crecimiento poblacional, fue el detonante principal en los diferentes momentos que ha vivido la emblemática arteria.
“A través del tiempo, el crecimiento social, poblacional, los cambios políticos y culturales fueron convirtiendo a la calle Arce, en la gran oportunidad de poder sobrellevar o resistir las implicaciones que todos estos factores traen consigo; el trabajo en el campo cada ves se tornaba pesado y escaso, venían nuevas modas y nuevas costumbres, la gente se volvía más cómoda, en fin toda una serie de factores que dieron pauta a que la sociedad misma empezara a ver el comercio informal como una nueva forma de subsistencia, comercio que en el campo no era rentable como en la gran ciudad, fue así como poco a poco la calle Arce fue albergando más y más afluencia de comerciantes, hasta llegar a convertirse en el completo mercado que hoy en día es”, explica el historiador.
La llegada del comercio definitivamente hizo perder el tinte de tranquilidad, grandeza y glamour que caracterizaba a la mencionada arteria, lo cual permitió que las grandes familias que por años habían habitado en la zona empezaran a emigrar a otros sectores que se estaban volviendo de popularidad para las clases dominantes, asevera Noyola.
En pleno siglo XXI, y con el afán de volverle a dar vida a la historia de la capital, la comuna capitalina, dirigida por Norman Quijano, se está proponiendo la rehabilitación del espacio público trascendental que significa la calle Arce; para ello ya se ha removido buena parte del comercio informal, se ha trabajado notablemente en la revitalización de la zona, instalando arborización, actividades culturales, ampliación de aceras, iluminación, y seguridad.
Con estas acciones de recuperación del centro histórico, la comuna busca mantener viva la historia de nuestra ciudad y coadyuvar a que el centro histórico capitalino recobre los espacios que pertenecen a toda la ciudadanía.